Me apresto a relatar mi relato de Egipto, pués innumerables son las maravillas que contiene y superiores a cualquier interpretación las obras que presenta..... (Heródoto 484-425 a.c).
Como bien dice el padre de la historiografía, Egipto es un país que no deja indiferente; conjuga mil y una sensaciones que deleitan a cada uno de los sentidos: la vista, enriquecida una y mil veces por infinidad de monumentos, que más bien parecen obra de seres de otro planeta, dada su majestuosidad y complejidad técnica; el oído, inspirándose cuatro veces al día con el canto del almuecín y sobrecogiéndose con el estruendecedor sonido de la que se ha ganado el título de "ciudad más ruidosa del mundo", El Cairo; el olfato, embelesado por las especias y perfumes que recorren su atmósfera; el gusto, deleitado por la sugerente gastronomía de la región, y por último, el tacto, delicado y suave por el contacto de las finas sedas y linos egipcios.
Innumerables son las leyendas e historias que están escritas en esta tierra ocre que dio vida y cuna a una de las culturas más milenarias de la humanidad, pero sin duda, el mejor de los relatos que se puede contar de esta tierra es el que uno mismo escribe a su regreso. Mi manera de explicar esto que cuento es plasmándolo en fotografías. Una mirada rápida, cual ojo de Horus, a ese "otro mundo" con quien compartimos este precioso planeta.